HOMILÍA MES DE MARÍA /
17/11/2017.
1.
“Cantad
con gozo a Dios, fortaleza nuestra”
(Salmo 81).
Para
todos nosotros resulta gratificante ver el sacrificio que hacen de llegar
temprano al Colegio a participar del rezo del Mes de María. Pero, no es sólo la presencia numerosa de ustedes lo
que nos alegra, sino el entusiasmo con que cantan y la piedad con que rezan. Al
unísono siguen nuestros himnos, como también las normas propias de la piedad
liturgia como permanecer de rodillas durante toda la consagración. ¡Todo ello
nos alegra enormemente! De esto nos habla el Salmo que hemos proclamado: “Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra”.
PADRE JAIME HERRERA GONZALEZ |
Hoy,
contemplamos cómo los dones del Espíritu Santo tienen como fruto el gozo en el
corazón de la Santísima Virgen María. Con frecuencia escuchamos hablar de
felicidad dicha, alegría y gozo en
nuestro tiempo, pero no siempre la dicha es verdadera, ni la alegría duradera,
ni el gozo es compartido. Por el
contrario, son múltiples los ejemplos donde se vive una alegría falseada, y
donde los gozos no pasan de ser el
esbozo circunstancial de una sonrisa.
En
efecto, ayer recordábamos que la bondad debe ir de la mano con la verdad siempre;
de manera similar, ahora diremos que el gozo
debe caminar siempre junto al bien para ser verdadero, pues es la cercanía y la
presencia de Dios en nuestros corazones la causa del gozo perdurable, de la
alegría contagiosa y de la felicidad sin fecha de vencimiento. Estos días del
Mes de María que celebramos tempranamente nos permiten experimentar cómo cada
jornada se hace más llevadera y se reviste del verdadero gozo.
En
el relato del Evangelio de hoy, escuchamos el Canto del Magníficat, que la
Virgen pronunció al momento de visitar a su prima Santa Isabel: “Engrandece
mi alma al Señor; y mi espíritu se goza
en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humilde
condición de su sierva” (San Lucas I, 46-55).
Hemos
de distinguir entre el gozo
verdadero que viene de Dios con el deseo que felicidad que cada uno tiene: por
ejemplo, el hecho de satisfacer el hambre que tenemos no puede hacerse a costa
de consumir un alimento descompuesto, de modo parecido, el gozo del creyente no puede obtenerse por cualquier motivo, menos aún,
si acaso es a costa de la burla
hiriente, del “bullyng” (acoso) hacia los demás o de las desgracias del
prójimo. Hay muchos que se ríen de los demás, pero no son capaces de hacerlo de
sí mismo, que suele ser muy sano según lo
enseña Santo Tomás Moro, Canciller del Rey Enrique VIII: “Felices los que saben reñirse de sí mismos, porque nunca terminarán de
divertirse”.
Para
nosotros, la razón del gozo verdadero
es saber: que Dios nos creó porque nos amó; que ningún instante de nuestra vida
ni circunstancia alguna está al margen de la Providencia Divina, la cual nos
cuida en todo momento tal como lo hace el Pastor con su rebaño; que estamos llamados
a la bienaventuranza eterna en el Cielo, donde nos reuniremos con todos
nuestros seres queridos para siempre. Entonces, ¿Por qué podemos andar tristes
por la vida?
CATEQUESIS FAMILIAR PUERTO CLARO 2016 |
La
razón es una: porque desviamos nuestra mirada del Señor y su obra, lo cual
conlleva una serie de consecuencias. Andamos siempre insatisfechos, pensando
que estamos solos frente al mundo; el prójimo es visto como un adversario con
quien hay que competir no el hermano con el cual compartir; subsiste un vacío
interior que nos hace mendigar migajas de dicha al margen de lo que Dios quiere
para cada uno de nosotros.
No
hemos nacido, no vivimos ni estaremos para andar tristes por la vida. Las
razones que tenemos como creyentes para ser felices son infinitamente más
poderosas que los males que entraña la vida presente. Precisamente, porque “el
amor de Dios es más fuerte”, en nosotros los creyentes debe primar el gozo, la felicidad y la dicha. ¡Dios siempre puede más! (Juan
Pablo II, 2 de Abril de 1987)
Acaso
no es eso lo que con tanta alegría
cantan ustedes con el himno “El amor de Dios es maravilloso”, donde repiten
parte de la plegaría escrita por San
Patricio referida al amor de Dios: “Tan
grande que no puedo estar encima de Él, tan ancho que no puedo estar afuera de
Él”. Respecto de ello el Santo
irlandés escribía: “Cristo conmigo,
Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo en mí, Cristo bajo mí, Cristo
sobre mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda, Cristo alrededor de mí, Cristo
en la anchura, Cristo en la longitud, Cristo en la altura, Cristo en la
profundidad de mi corazón, Cristo en el corazón y la mente de todos los hombres
que piensan en mí, Cristo en la boca de todos lo que hablan de mí, Cristo en todo
ojo que me ve, Cristo en todo oído que me escucha. Nos envolvemos hoy día en
una fuerza poderosa”.
El
verdadero gozo en el Señor permanece
incólume aun en medio de la adversidad, la prueba y el sufrimiento, porque al
estar fundamentado en el amor de Dios, no se deja de buscar, no se deja de
encontrar y no se deja de experimentar aun en medio de circunstancias humanamente
muy adversas. Si nada nos separa del amor de Dios, nada tampoco puede robar
nuestro gozo del corazón. Cuando
queremos probar que una joya es de noble metal y no es una simple fantasía,
aplicamos un poco de ácido para comprobar su legitimidad, de manera similar
Dios a nosotros los creyentes coloca las
pruebas y sufrimientos para comprobar la riqueza de la verdadera alegría: “el ácido del dolor prueba la monada de la
alegría”.
Que
Nuestra Madre del Cielo, Causa de nuestra alegría, nos conceda en este día de
su mes, el poder ser apóstoles del gozo que renueve el corazón triste de quien
está a nuestro lado y avive a los que comparten la alegría de honrar a la
Virgen Santísima a lo largo de estos días santos. ¡Que Viva Cristo Rey!
CURA PÁRROCO JAIME
HERRERA GONZÁLEZ / PUERTO CLARO / VALPARAÍSO / CHILE
MES DE MARÍA PARROQUIA PUERTO CLARO