MES DE MARÍA/ MACKAY & STPETERS’S &
PUERTO CLARO / 2017
Todos los que estamos en
este lugar tenemos un nombre. Sería muy largo citar a cada uno de ellos, pero
bien sabemos que responde al que nuestros padres quisieron colocarnos al
momento de nacer, y –ciertamente- nos lo decían cuando aún estábamos en el
vientre materno.
MADRE DE PUERTO CLARO |
Dicho nombre responde a
un acto voluntario y consciente de nuestros padres, que no es fruto de la
suerte ni de algo circunstancial. Es consecuencia del nombre que ambos desearon
darnos, y que –probablemente- es el que uno de ellos llevase en su vida, que
evocara algo importante para la familia (bisabuelo, abuelo, tío, hermano,
padrino), que recordase algún patrono espiritual (José, Ignacio, Matías,
Alberto, Teresa) o alguna advocación religiosa (Rosario, Esperanza, Lourdes,
Caridad, Trinidad). Lo cierto es que el nombre fue
“intencionalmente” escogido, y desde entonces fue motivo de orgullo para ellos
y para nosotros.
Dice la Santa Biblia que
la Virgen tuvo un nombre: “la Madre de
Jesús se llamaba María”. Así Dios lo solicitó directamente a sus padres –
san Joaquín y Santa Ana- , y los cuatro evangelios cuando se refieren a Ella lo
hacen recordando ese nombre: ¡María!
En tiempos de nuestro
Señor, y especialmente en la cultura de Oriente, el nombre revestía no sólo
el apelativo con que cada uno seria reconocido, sino que incluía –además- la
misión que debería cumplir a lo largo de toda su vida.
Es decir, el nombre
constituía un proyecto de vida, un itinerario que se recorrería, a lo largo de
toda nuestra vida: desde la gestación hasta el último suspiro que Dios nos
conceda.
a).
El nombre de María como “amada de Dios”:
PASTORAL SAINT PETER’S SCHOOL 2017
|
En el caso de la
Santísima Virgen el nombre de “María”
significa la “amada de Dios”, por lo
que cada vez que nosotros repetimos dicha expresión evocamos en su alma el
saberse querida por Dios en todo momento.
La Virgen María recibe
distintos nombres, por dos razones: primero,
porque la grandeza de su vida y de su alma no puede encerrase en una
sola denominación sino que se manifiesta de múltiples formas, y en segundo
lugar, porque sus hijos son incontables, y en su corazón ninguno queda fuera.
Al interior de nuestro hogar, cada hijo llama de forma
diferente a su madre, y ella sabe percibir –perfectamente- lo que cada hijo
requiere. Aún más, diremos que de manera instintiva, con el “sexto sentido” que el Señor le dio a
toda mujer y madre, suelen percibir con el solo acto de escuchar el tono de voz
de un hijo el estado de ánimo que trae: si le fue bien o mal, si anda
preocupado o alegre, pudiendo por ello, con un particular sentido de la delicadeza y diligencia saber
cómo ayudar al hijo en todas y cada una de sus necesidades, de la mejor manera.
En expresión del Papa Juan Pablo II: “es
la mejor intérprete del amor de Dios para sus hijos”.
La Virgen cuyo Mes
bendito hoy iniciamos, sabía que su nombre era una misión encomendada por el
Señor. Por ello, desde el octavo día de nacida al ser presentada en el
templo, recibe el encargo de ser “anuncio”
y “presentadora” (portadora) de Jesús, el Salvador del mundo.
En la Iglesia la
manifestación del amor a la Santísima Virgen ha sido algo basilar, es decir,
desde su inicio no ha dejado de mostrar su afecto y amor reverencial hacia la
Madre de Dios, que en la persona de Jesucristo – perfecto Dios y hombre a la
vez, es nuestra Madre.
Nuestra Iglesia ha
dedicado a lo largo del año un día especial para honrar el Santo Nombre de
María, puesto que conmemora lo sucedido en Austria en septiembre de 1683. Entonces,
los católicos defendieron la ciudad de Viena enfrentándose al doble de sus adversarios. Con la ayuda de
Dios pudieron salir victoriosos por medio de una batalla breve pero
violentísima, en la cual, en el transcurso de pocas horas murieron unos veinte
mil musulmanes.
Sin duda, la historia
enseña que hubo un antes y un después en todo el mundo cristiano luego de
aquel día donde gran parte de Europa
enfrentaba el avance del islam que –por entonces- se presentaba como
imparable. Por intervención de la Virgen hubo un freno definitivo.
El general polaco (Juan
Sobiesky) que obtuvo la
victoria envió una carta al Santo Padre citando la antigua frase del emperador
Julio César: “Vine, vi y vencí”, la
sustituyó, en su condición de creyente que era por: “Vinimos, vimos y Dios venció”. El mérito era del Señor…pero
también era atribuible al poder de intercesión de aquella Virgen cuyo nombre es
María.
MES DE MARIA AÑO 2017 KINDER |
b).
El nombre de María como “linaje de Dios”:
También, el nombre de la
Virgen proviene de la expresión hebrea: “Dios
es de mi linaje”, reconociendo con ello que el ADN de la Virgen anuncia
que fue creada “muy parecida a Dios”
pues solo Ella tuvo el privilegio del Cielo de ser denominada: “la llena de gracia” en la voz del
arcángel San Gabriel.
La unión entre la persona
del Hijo y de su madre nos hace descubrir que Jesús nunca niega lo que se
pide a nombre de su Madre. Por aquella obediencia nacida del amor
perfecto, el Señor no deja de hacer todo lo que la Virgen le pide, dando un
valor muy grande a todas nuestras peticiones que hacemos bajo el dulce y santo
Nombre de María.
c).
El Nombre de María como “señora” o “soberana”.
Para los Padres de la
Iglesia este nombre significa “señora” o
“soberana”. Consideremos, al inicio
de este Mes bendito que si el Señor Jesús tiene compasión de un deudor arrepentido
¿cuánto más tendrá misericordia por aquellos que invocamos aquí en la tierra el
solo nombre de María?
Como el Señor dijo que “todo lo que pidamos en su nombre nos será concedido”, el
solo hecho de recordar el nombre de su Madre, de manera cotidiana a lo largo de
un mes completo, hace resonar como un eco lo dicho aquí –en el tiempo que pasa- que se oye allá en el Cielo –en la
eternidad-. Por esto el nombre de María es una llave que abre la puerta
del cielo para recibir muchas bendiciones y para obtener perdón por las almas
de los difuntos que se purifican en el purgatorio.
Recordemos que el nombre
de la Virgen significa: Amada de Dios, el Linaje de Dios y la Señora del Cielo.
Que Ella nos bendiga con la fidelidad a lo largo de todo este Mes consagrado
a su Dulce Nombre. ¡Que Viva Cristo Rey!
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