lunes, 11 de junio de 2018

Estamos en las manos de Dios Padre nuestro

HOMILÍA EXEQUIAL CARLOS IRARRÁZAVAL 06 JUNIO 2018

Queridos hermanos: Nos hemos reunido en este templo con el fin de celebrar la Santa Misa de Exequias, por el descanso eterno del alma de don Carlos Renzo Irarrázaval Faggioni, que falleció el pasado lunes 4 de junio.

Ante la llamada de Dios…ni un minuto antes ni después, de lo que Él  disponga partiremos a su encuentro. Si bien podemos hablar de un retorno hacia la casa del Padre, es El quien viene en nuestra búsqueda como un día lo hizo hacia nuestros primeros padres en el paraíso terrenal; es Él quien no dudó en nacer en el  establo betlemita para habitar en medio nuestro; es Él quien aparece perfilado en la parábola conocida como del hijo prodigo que bien podemos denominar del padre buscador, que sale al encuentro de quien regresa de un lugar lejano.

Es la muerte –para el creyente- el abrazo entre quien regresa y Aquel que sale al encuentro, muy lejana por cierto a la perpetua separación que el mundo suele tener como un muro infranqueable y definitivo, citado en el refranero popular: “todo tiene solución menos la muerte”, para el creyente no hay posibilidad a esa nostalgia sin salida, pues es la resurrección la respuesta definitiva dada por Dios al misterio de la vida humana.
ENCONTRAR A QUIEN BUSCAMOS


¡De la vida, por la vida y a la vida! Es el itinerario que como hijos de Dios debemos recorrer a lo largo de toda nuestra existencia. Así lo afirma Jesús en el Evangelio que hemos escuchado: “No es un Dios de muertos, sino de vivos”. Por lo que nuestra mirada, nuestra atención debe anclarse en la esperanza que sobresale ante la angustia; debe apoyarse en la fe que ilumina la oscuridad de lo inesperado, y no dejará de sostenerse por medio de la vivencia de la caridad, todo lo cual surge de la convicción que Dios siempre puede más ya que el amor es más fuerte.

Sin duda,  la llamada del Señor a nuestro hermano nos parece del todo inesperada, pues tendemos a pensar que hay edades y circunstancias para morir un día. El esquema nuestro tiene un itinerario donde unos antes  y otros después deben partir; olvidando que los tiempos del Señor avanzan a una hora distinta a la nuestra pues el reloj y calendario de Dios surge desde su mirada eterna y la nuestra desde la temporalidad.

Sin prisas ni pausas todos estamos invitados a la Casa del Señor, donde se encuentra nuestra carta de ciudadanía definitiva, tal como escribe San Pablo: “! Sois ciudadanos del Cielo ¡”.

Para el creyente no existe la casualidad sino la causalidad, la suerte no forma parte de los proyectos que el Señor tiene en nuestra vida, entonces,  en todo lo que nos pasa podemos descubrir la presencia y cercanía de su amor. De modo misterioso, las palabras de Santa Teresa de Los Andes recobran preclara vigencia en estos momentos: “todo lo que veo me lleva a Dios”, incluso lo que es la momentánea partida de nuestros seres queridos con los cuales nos reuniremos, no ya por unos años sino para siempre…sin fecha de término…sin tiempo…sin duración.

Vemos que nuestro hermano Carlos Renzo partió al encuentro con Dios en medio del Mes dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, cuya solemnidad celebramos mañana. En lo que es la devoción más segura y de esencia del evangelio, vemos que el Señor desde lo alto de la Cruz nos dejó visiblemente su Corazón, que nos exhorta a tener sus mismos sentimientos al decirnos: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”…”En mi hallareis consuelo”.

MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Sin duda, a lo largo de los años de su vida procuró vivir intensamente en compañía de su esposa Catalina Canales, junto a sus hijos: Domingo, Renata y José Pablo y su señora madre Mafalda.  Sin duda, el día domingo pasado fue la última jornada que compartieron, y por cierto, como familia lo pasaron bien, fue un día completo, que le permitió plenamente compartir antes de partir, dejando una huella imborrable de un estilo de ejercer el don de la paternidad, cercana, presente y proactiva a cada uno de sus hijos de tres, cuatro y seis años.

Del mismo modo, el día que fue llamado a la Casa Paterna a lo largo del mundo se conmemora la Jornada por los Niños víctimas de agresión. Es sabido de los esfuerzos que nuestro hermano procuraba respetar la dignidad de cada uno de sus hijos, y la de todos los que los que les acompañan en el camino de la educación. Lo que en la actualidad se reconoce como un padre presente implica no sólo  una cercanía física, sino que afectivamente el hijo cuenta con su padre en quien puede confiar.

El nombre de Dios es Padre…en este sentido, recordemos que los creyentes somos los primeros en reconocer a Dios como el Padre Nuestro, tal como al concluir cada jornada nuestro hermano rezaba en inglés “The Our Father” junto a sus hijos, encomendando a cada uno a su segura, divina y paternal protección.

Jesús al momento de enseñar a sus discípulos les invito a llamar Padre a nuestro Dios, luego,  cuando Él hablaba con su Padre se refiere a Él como “mi padrecito”, tal como un niño pequeño se dirige a su padre diciéndole “papito”, lo que encierra un trato filial y tierno a la vez, que sólo se comprende porque implica una relación personal y vital cuya ausencia no deja de incidir y cuya cercanía marca honda e indeleblemente.

El padre está llamado a ser no sólo vocero de Dios sino –también- su más fiel intérprete,  lo que implica que cada padre de familia es puesto por Dios para que el hijo: busque a Dios Padre,  encuentre a Dios Padre  y viva con Dios Padre. Sublime vocación que conlleva múltiples bendiciones, que están garantizadas por Dios mismo que nos dice: “Te basta mi gracia”.

 EVITA EL MAL Y HAZ EL BIEN
La confianza depositada en Dios Padre implica dejar toda nuestra vida en sus manos, donde el poder omnímodo del Creador, cuya eternidad es inconmensurable,  parece extenderse a cada instante de nuestra vida experimentando que Dios no ama a sus criaturas porque existen sino que existimos por Él nos ha amado. ¡Esta es nuestra más honda identidad!

Imploremos que el espíritu de “fortaleza, de caridad y de templanza” vivan en el alma de la familia y amistades de nuestro  hermano Carlos Renzo. Que la alegría que había en su alma, el don de convocar y cultivar la verdadera amistad, el reunir a los suyos alrededor una buena mesa preparada con esmero por el, que la fascinación no exenta de admiración y sano orgullo  hacia su señora esposa,  a la que eligió, hoy nos lleve a dar gracias a Dios por lo que fue su vida en medio nuestro, y sea presentado por Nuestra Madre Santísima ante su Hijo y Dios. ¡Que Viva Cristo Rey!


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