miércoles, 16 de noviembre de 2016

El gozo en el corazón de la Virgen María

  HOMILÍA MES DE MARÍA / 17/11/2017.

1.        “Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra” (Salmo 81).

Para todos nosotros resulta gratificante ver el sacrificio que hacen de llegar temprano al Colegio a participar del rezo del Mes de María. Pero,  no es sólo la presencia numerosa de ustedes lo que nos alegra, sino el entusiasmo con que cantan y la piedad con que rezan. Al unísono siguen nuestros himnos, como también las normas propias de la piedad liturgia como permanecer de rodillas durante toda la consagración. ¡Todo ello nos alegra enormemente! De esto nos habla el Salmo que hemos proclamado: “Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra”.

PADRE JAIME HERRERA GONZALEZ

Hoy, contemplamos cómo los dones del Espíritu Santo tienen como fruto el gozo en el corazón de la Santísima Virgen María. Con frecuencia escuchamos hablar de felicidad dicha, alegría y gozo en nuestro tiempo, pero no siempre la dicha es verdadera, ni la alegría duradera, ni el gozo es compartido. Por el contrario, son múltiples los ejemplos donde se vive una alegría falseada, y donde los gozos no pasan de ser el  esbozo circunstancial de una sonrisa.

En efecto, ayer recordábamos que la bondad debe ir de la mano con la verdad siempre; de manera similar, ahora diremos que el gozo debe caminar siempre junto al bien para ser verdadero, pues es la cercanía y la presencia de Dios en nuestros corazones la causa del gozo perdurable, de la alegría contagiosa y de la felicidad sin fecha de vencimiento. Estos días del Mes de María que celebramos tempranamente nos permiten experimentar cómo cada jornada se hace más llevadera y se reviste del verdadero gozo.

En el relato del Evangelio de hoy, escuchamos el Canto del Magníficat, que la Virgen pronunció al momento de visitar a su prima Santa Isabel: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humilde condición de su sierva(San Lucas I, 46-55).

Hemos de distinguir entre el gozo verdadero que viene de Dios con el deseo que felicidad que cada uno tiene: por ejemplo, el hecho de satisfacer el hambre que tenemos no puede hacerse a costa de consumir un alimento descompuesto, de modo parecido, el gozo del creyente no puede obtenerse por cualquier motivo, menos aún,  si acaso es a costa de la burla hiriente, del “bullyng” (acoso) hacia los demás o de las desgracias del prójimo. Hay muchos que se ríen de los demás, pero no son capaces de hacerlo de sí mismo,  que suele ser muy sano según lo enseña Santo Tomás Moro, Canciller del Rey Enrique VIII: “Felices los que saben reñirse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse”.

Para nosotros, la razón del gozo verdadero es saber: que Dios nos creó porque nos amó; que ningún instante de nuestra vida ni circunstancia alguna está al margen de la Providencia Divina, la cual nos cuida en todo momento tal como lo hace el Pastor con su rebaño; que estamos llamados a la bienaventuranza eterna en el Cielo, donde nos reuniremos con todos nuestros seres queridos para siempre. Entonces, ¿Por qué podemos andar tristes por la vida?
CATEQUESIS FAMILIAR PUERTO CLARO 2016



La razón es una: porque desviamos nuestra mirada del Señor y su obra, lo cual conlleva una serie de consecuencias. Andamos siempre insatisfechos, pensando que estamos solos frente al mundo; el prójimo es visto como un adversario con quien hay que competir no el hermano con el cual compartir; subsiste un vacío interior que nos hace mendigar migajas de dicha al margen de lo que Dios quiere para cada uno de nosotros.

No hemos nacido, no vivimos ni estaremos para andar tristes por la vida. Las razones que tenemos como creyentes para ser felices son infinitamente más poderosas que los males que entraña la vida presente. Precisamente, porque “el amor de Dios es más fuerte”, en nosotros los creyentes debe primar el gozo, la felicidad y la dicha. ¡Dios siempre puede más! (Juan Pablo II, 2 de Abril de 1987)

Acaso no es eso lo  que con tanta alegría cantan ustedes con el himno “El amor de Dios es maravilloso”, donde repiten parte de la plegaría  escrita por San Patricio referida al amor de Dios: “Tan grande que no puedo estar encima de Él, tan ancho que no puedo estar afuera de Él”.  Respecto de ello el Santo irlandés escribía: “Cristo conmigo, Cristo delante de mí, Cristo detrás de mí, Cristo en mí, Cristo bajo mí, Cristo sobre mí, Cristo a mi derecha, Cristo a mi izquierda, Cristo alrededor de mí, Cristo en la anchura, Cristo en la longitud, Cristo en la altura, Cristo en la profundidad de mi corazón, Cristo en el corazón y la mente de todos los hombres que piensan en mí, Cristo en la boca de todos lo que hablan de mí, Cristo en todo ojo que me ve, Cristo en todo oído que me escucha. Nos envolvemos hoy día en una fuerza poderosa”.

El verdadero gozo en el Señor permanece incólume aun en medio de la adversidad, la prueba y el sufrimiento, porque al estar fundamentado en el amor de Dios, no se deja de buscar, no se deja de encontrar y no se deja de experimentar aun en medio de circunstancias humanamente muy adversas. Si nada nos separa del amor de Dios, nada tampoco puede robar nuestro gozo del corazón. Cuando queremos probar que una joya es de noble metal y no es una simple fantasía, aplicamos un poco de ácido para comprobar su legitimidad, de manera similar Dios a nosotros los  creyentes coloca las pruebas y sufrimientos para comprobar la riqueza de la verdadera alegría: “el ácido del dolor prueba la monada de la alegría”.

Que Nuestra Madre del Cielo, Causa de nuestra alegría, nos conceda en este día de su mes, el poder ser apóstoles del gozo que renueve el corazón triste de quien está a nuestro lado y avive a los que comparten la alegría de honrar a la Virgen Santísima a lo largo de estos días santos.  ¡Que Viva Cristo Rey!
CURA PÁRROCO JAIME HERRERA GONZÁLEZ / PUERTO CLARO / VALPARAÍSO / CHILE



     


                                  MES DE MARÍA PARROQUIA PUERTO  CLARO

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